Cultivo de naranja del norte de Veracruz presenta once enfermedades

El cultivo de naranja en el norte de Veracruz atraviesa por la crisis más grave en toda su historia debido a la presencia de once enfermedades, en especial la aún desconocida “amarillamiento” de los cítricos, que en la temporada 2022-23 ocasionaron una caída en la producción del 50% y pérdidas estimadas en 16 mil millones de pesos (mdp).

La producción promedio en la región es del 2.5 millones de toneladas de naranja Valencia y en este ciclo productivo –que terminó en abril–  disminuyó a 1.25 millones de toneladas, indicó el investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Desarrollo Rural Integral de la Universidad Autónoma Chapingo (CIIDRI-UACh), Manuel Ángel Gómez Cruz.

El también productor en la Huerta agroecológica “Grupo Los Gómez”, ubicada en San Pablo, Veracruz, destacó que en el norte del estado la enfermedad conocida localmente como “amarillamiento”, ha causado la disminución de rendimientos en tres años, que han pasado de 12 toneladas promedio por hectárea a 4 toneladas, en Álamo Temapache, el municipio más importante en producción de naranja del país.

Los registros hechos por los investigadores indican que entre 2020 y 2022 se observa.

Veracruz es el principal estado citrícola de México al aportar 51 por ciento de la producción, concentrando 82 por ciento en la zona norte de su territorio, la más afectada por el amarillamiento, mal que también se extiende a Tamaulipas y Nuevo León, “pero allá tienen riego y son grandes productores, mientras en el norte de Veracruz somos de temporal y productores menores de 10 hectáreas”, expone Gómez Cruz.

En los cálculos que realizó el investigador, junto con su equipo, se determinó que “si una tonelada de naranja para el productor es de 3,000, el valor total de la pérdida es de 3,750 millones de pesos y el resultado, si consideramos el efecto multiplicador, equivale a 16 mil 125 millones de pesos”.

El amarillamiento provoca en los árboles de naranja brotes amarillos que avanzan hasta cubrirlo todo; hojas pequeñas, puntiagudas y con coloración amarillenta; ramas secas; frutos pequeños, con cáscara dura y maduración temprana; muerte de árboles e incluso pérdida de huertas completas.

“Lo más grave es que los productores abandonan sus huerta o cambian a maíz, plátano y otros frutales”, subraya Gómez Cruz, quien agrega que aunque hay esfuerzos, la participación federal, estatal y municipal es muy limitada.

Compartir
Redacción
Redacción